La potente nariz de cerezas rojas y negras y ciruelas maduras, combina a la perfección con aromas florales tales como violetas y pétalos de rosas. Sostiene una buena estructura tánica que vuelve al vino corpóreo en el paladar. Vainilla, chocolate, y algunas especias hacen que se torne más complejo.
Este es un vino impulsado por la fruta, fresco y bien estructurado que marida estupendamente con embutidos como jamón crudo o quesos duros. Recetas singulares incluyen: pollo ahumado y ensalada de arándanos o lomo de cerdo asado con dátiles Medjool, aceitunas y aderezo a base de nueces.
Domingo Fazzio te invita a descansar al margen del viñedo para encontrar inspiración. Escucharás cómo su familia se mudó a Argentina en busca de una vida mejor, y de cómo encontraron esa vida mejor a medida que cada vid echaba raíz.
Escucharás sobre su amor por trabajar la tierra y bailar el tango. Te irás inspirado por este “viejo” para NUNCA BAJAR EL RITMO.
El abuelo de Domingo Fazzio, Salvador, era un italiano de Sicilia, que viajó a Argentina en 1917 buscando una mejor vida. Francisco Fazzio, su hijo, se casó en Mendoza y tuvo tres niños. En 1955, compró 15 hectáreas en Tupungato para dedicarse a la vitivinicultura. Domingo Fazzio, tercera generación de la familia de Don Salvador Fazzio, expandió el negocio familiar y también compró tierras en Tupungato donde plantó diferentes cultivos (frutales).
En 2005, compró un viñedo de 100 hectáreas en el área de Agua Amarga, Tupungato. A esta propiedad le puso el nombre de “El Nono Francisco” para honrar a su padre. Este viñedo está ubicado en un lugar muy privilegiado a 1100 msnm bordeando la parte alta del Río Las Tunas, de donde extraen agua para el riego de la tierra.
Un grupo de lugareños cuenta que más de 150 años atrás, un gran asentamiento de indígenas habitaba esa tierra. Cuando se comenzó a trabajar la misma, encontraron restos arqueológicos que son evidencia de aquel asentamiento.